El niño me dijo del juguete roto
-me mostró la piedra y el palo-
Me contó de su estómago vacío
y del silencio que cubría su cara.
El niño me arrastró hasta la cima
y me enseñó su tierra moribunda.
Caminé junto a él bordeando el precipicio
y juntos rodamos cuesta abajo.
Alguien me dijo de su ausencia.
De vidrieras sentenciadas al olvido.
De comidas sin semillas
y un polvo gris cubriendo los caminos.
Yo traté de mirar pero no pude,
porque una explosión cegaba mis sentidos,
y una hermosa mariposa volvía a ser gusano.
Alguien me dijo que no engendraba fantasías;
porque otro alguien le había disparado.
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3 comentarios:
Doloroso poema, desgarra y siembra tristeza, pero guarda la vista fuera de uno y se reflexiona.
Los dos últimos versos conmueven.
Felicitaciones por este nuevo blog.
besos
Elisabet
Hola, Pedro, felicitaciones por la nueva casa.
Poema fuerte, real, y con tu característica cadencia que me gusta mucho.
Cariños.
Gabriela Abeal.
Conmovedor poema. Lo leo desde dentro y alli se queda.
Por otro lado, ¡qué bueno encontrar otro lar para solazarnos en tu poética!
Besos,
Migdalia
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